jueves, 23 de octubre de 2008

No se trata de un fraude del mercado

Emeterio Gómez, en "La defensa del mercado de hoy", El Universal 19 de octubre de 2008, como cualquier obsesionado con el imperio, se lanza a hablar sobre "la descomunal estafa que el sistema financiero gringo le ha hecho a su propia gente. Ladrones masivos… ¡Tipos muy decentes todos!".

Por supuesto, como en todo sitio, hay manzanas podridas, pero si Emeterio Gómez cree que la crisis financiera actual resulta del haberse puesto de acuerdo todos los operadores financieros en defraudar a los inversionistas, demuestra saber tanto o menos que chávez de la materia.

El Euromoney de septiembre de 2008 cita al Presidente del banco francés Credit Agricole, Georges Pauget diciendo: "Ahora bien, si tenemos que devolvernos sobre las decisiones que tomamos en el ayer y dentro del contexto en que éstas fueron tomadas, pues tengo que decir aun con el beneficio del conocimiento de hoy, que parecían racionales. Nosotros invertimos en activos calificados como AAA, reasegurados por garantes calificados como AAA y concluimos que existía cero riesgo".

Lo anterior no es la expresión de la falta de arrepentimiento de parte de un vulgar estafador, falto de clases de ética, como podrá o querrá creer Emeterio Gómez, sino la explicación central de lo ocurrido.

Aquí, si acaso hubo una falta de ética fue la de los reguladores bancarios quienes, cual planificadores centrales de vieja estirpe soviética, arrogantemente se creyeron superiores al mercado en la identificación de los riesgos y a tal fin montaron en Basilea un sistema compuesto por unos requerimientos de capital mínimo para la banca en función de unos riesgos vagamente definidos y nominaron a unas calificadoras de crédito como sus comisarios delegados para la medición. El señor Georges Pauget está simplemente implorando comprensión con un ¿qué querían que hiciese?, ¿ignorar a los reguladores?

Emeterio Gómez, confesándose iluminado, nos dice que "los defensores del Mercado no podemos seguir aferrados al anacrónico argumento de la mano invisible. No podemos seguir atados a esa noción según la cual basta con que cada quien ejerza su egoísmo individual, para que todo funcione de la mejor manera posible".

En nombre de todos quienes ante la opción de una pesada mano centralista seguiremos siempre prefiriendo la acción de un mercado inteligentemente y levemente regulado, permítame responderle al señor Emeterio Gómez que lo que él describe con aferrarse a la mano invisible y favorecer el egoísmo individual es sólo la expresión del fanatismo de algunos devotos al mercado… algo muy distinto. Quizás explicable con el que un Emeterio Gómez puede haber sido para un capitalismo sensato lo que chávez es para, por ejemplo, una socialdemocracia europea.

Supóngase que usted ha logrado convencer a Juan para que compre una casa con una hipoteca de 300.000 dólares al 11 por ciento a 30 años. Supóngase también que usted mezcló esa hipoteca con otras en un instrumento financiero y logró argumentar para que las calificadoras de crédito le asignasen a este un triple-A. Si entonces logra convencer a José que el instrumento triple-A es tan seguro que un 6 por ciento implica un excelente rendimiento financiero, entonces podrá usted venderle a José la hipoteca de 300.000 dólares de Juan en 510.000 dólares.

La ganancia de 210.000 dólares, como ven, no tiene mucho que ver con una política monetaria mano-suelta, o una burbuja inmobiliaria, sino más bien con una burbuja de ingeniería financiera basada en el venenoso endoso de las agencias calificadoras de crédito y que tuvo su origen en una ocurrencia de los reguladores bancarios de turno.

Yo, "sin un bacalao a cuestas", sigo aferrado a mi noción que las resultas petroleras entregadas directamente a los ciudadanos venezolanos serán mejor sembradas que puestas en manos de chávez, Emeterio o cualquier otro cacique de turno.

Nota: "chávez" con minúscula es a cuenta de una sanción social que le impuse cuando insultó a una buena parte de la juventud venezolana. La pena es por 10 años, pero puede ser extendida o reducida, de acuerdo al arrepentimiento que demuestre… hasta ahora ninguno.

jueves, 2 de octubre de 2008

La escasez de mano invisible

Los reguladores de la banca están ocupados buscando explicar el porqué ocurrió la crisis financiera para ocultar su rol en el porqué esa crisis tenía que ocurrir.

1. Los reguladores, los que tienen su sede en Basilea y su casa club en el Fondo Monetario Internacional, hartos de la quejadera que no hacían su trabajo, inventaron, hace como dos décadas, unos requerimientos mínimos de capital para los bancos, basados en un concepto de riesgo poco definido, que tenia que ver con las posibilidades que el deudor se declarase en mora.

Con ello solo causaron que cuando una operación de crédito o una inversión que hacía la banca fuese percibida como menos riesgosa por el mercado de lo que la creían los reguladores y sus agentes, esa operación iría a parar a otro lugar que el balance del banco por cuanto… ¿por qué inyectar más capital que el necesario?

De igual manera cada vez que una operación de crédito o una inversión que haría la banca fuese percibida como más riesgosa por el mercado de lo que la creían los reguladores y sus agentes, esa operación iría a parar al balance del banco por cuanto… ¿por qué negarle a los depositantes esa protección gratuita que el Estado ofrece?

Dicho y hecho. Surgió un mundo financiero sombra, totalmente fuera del control de un regulador con ganas de hacerse la vista gorda, por cuanto lo suyo era solo la banca-banca… aquella que no quebraría… más nunca.

2. Si para calcular los fulanos "riesgos" los reguladores hubiesen empleado analistas que trabajasen en las oficinas del regulador, todos protestarían un excesivo control central, del tipo soviético. Para obviar tal crítica los reguladores acudieron a la tercerización de las calificadoras de crédito privadas, creando oligopolios en el mercadeo de la información de riesgos. Por supuesto, nunca antes el mercado le había hecho tanto caso a las calificadoras… ni pagado tan bien y finalmente tan caro, por sus servicios.

De qué pasaría al colocar tanto poder de decisión en tan pocas manos, nadie debería haber dudado. En 2003, en una carta publicada en el Financial Times yo decía "Todo el mundo sabe que tarde o temprano las calificaciones de riesgo emitidas por las agencias solo conforman una nueva raza de errores sistémicos que serán propagados por el mundo a velocidades modernas".

Dicho y hecho. Ni una sola de las hipotecas muy mal otorgadas al sector subprime en Estados Unidos hubiese encontrado demanda si las calificadoras no le hubieren otorgado un AAA a los instrumentos financieros respaldados por tal basura. Por cierto, sepan que se puede dar muy buenas hipotecas al sector subprime y que así se hizo por décadas.

Entonces y considerando lo anterior, quien hoy nos hable de un mercado financiero libre y no regulado, no sabe de qué habla.

Hay quienes hoy exprimen la crisis financiera global para evidenciar que "la mano invisible del libre mercado" no sirve, buscando así rescatar la posibilidad de un mercado centralmente dirigido… por ellos… los rojo-rojitos o azul-azulitos, de aquí o de allá. Eso es lo último que necesitamos. Lo que nos hace falta es asegurar más mercados libres donde la mano invisible pueda operar en libertad.

Nada tiene que ver eso con la ausencia de regulaciones. Por ejemplo, grandes corporaciones explotando franquicias otorgadas sobre todo tipo de propiedades intelectuales de manera monopólica y sin regulaciones, no tiene nada que ver con mercados libres. Menos tiene que ver eso con un exceso de regulaciones ya que resultado de ello solo están creciendo mucho aquellos mercados que operan en la clandestinidad, creando gobiernos sombra, en países sombra que tampoco necesitamos.

Busquemos entonces una nueva generación de reguladores que sin complejos sean capaces de operar a nivel mundial regulando para que los mercados libres y legítimos crezcan y no para que esos mercados desaparezcan. ¡Tamaño reto!

jueves, 1 de mayo de 2008

El sinpropósito y el peligro de las regulaciones bancarias

Esta semana les brindo un breve descanso del tema de la distribución de las resultas del petróleo entre los ciudadanos venezolanos, del cual tanto escribo en la esperanza que algún día logremos juntos conseguir que el Estado venezolano no sea un ente autónomo que cuenta con ingresos propios sino que sea un ente que dependa en un 100% de los impuestos que el ciudadano le pague y que por lo tanto esté un 200% al servicio del ciudadano. 

Durante las reuniones de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional otro asunto que ocupó mi interés como miembro de la sociedad civil, fue lo relativo al sistema financiero y en especial a las regulaciones bancarias. Éstas no sólo han fallado rotundamente en evitar la crisis financiera que se encuentra en pleno desarrollo, sino que en mi opinión han jugado un papel muy importante en causarla. 

Como antecedente, permítanme contarles que a finales de los ochenta, los reguladores bancarios de los principales países desarrollados por intermedio del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, hartos de que se les echase la culpa por las recurrentes crisis bancarias, inventaron las Normas de Basilea I. Estas normas contenían como pieza fundamental calcular unos requerimientos mínimos de capital para la banca sobre la base del riesgo de la cartera de los bancos, tal como ese riesgo fuese medido por las calificadoras de crédito. Desde el primer momento a mí ello me pareció una locura y el primer artículo que publiqué, 1997 en el Daily Journal, se titulaba "Puritanismo en la Banca" y versaba sobre ese tema. Ahora, a más de diez años de aquel artículo, permítanme resumirles algo de lo que de nuevo sostuve sobre ese tema en Washington este abril. 

1. ¡El riesgo es el oxígeno del desarrollo! Es absurdo creer que Estados Unidos y otros países hubiesen alcanzado un nivel de desarrollo sin las crisis bancarias. Cuando el Comité de Basilea desarrolló sus requerimientos de capital basado sólo en los riesgos, esto equivalía a colocar un impuesto sobre el riesgo, algo de por sí muy arriesgado. El verdadero peligro no es que los bancos quiebren; el verdadero temor es que los bancos no ayuden a la sociedad en su crecimiento económico y su desarrollo. El no llegar a tener un dolor de cabeza (una crisis bancaria) puede ser sólo el resultado de no haber ido a la fiesta. 

Necesitamos dejarnos de observar sólo las crisis y comenzar a medir los resultados de los ciclos completos, desarrollo y crisis, fiesta y dolor de cabeza. Por ejemplo, el ciclo de alto crecimiento de Corea del Sur y que terminó en su crisis bancaria de 1997-1998 al haber dejado tantos rastros de industrialización, parece haber sido inmensamente más productiva para Corea del Sur que lo que parece haber sido para Estados Unidos este actual siglo de crecimiento-crisis. 

Existen en el mundo evidencias más que suficientes que el haberle colocado un impuesto regulatorio al riesgo bancario, esto solo ha estimulado el crecimiento del crédito a lo que se puede disfrazar como menos riesgoso, tales como préstamos al sector público y créditos basados en diversificadas carteras de financiamiento del consumo; todo a costa del financiamiento de proyectos más riesgosos pero con mayores posibilidades de generar empleos decentes. 

Para devolverle a la banca comercial un propósito ya que su simple no quebrar no constituye un propósito razonable para una sociedad que tarde o temprano ha de pagar por sus errores… ¿no será hora para unos requerimientos de capital basados en unidades de riesgo de quiebra por posibilidad de empleo decente creado? 

2. ¿Cuándo pararemos de cavar en el foso donde nos encontramos? El detonante de la actual crisis financiera fueron unas hipotecas muy mal otorgadas al sector de riesgos mayores pero que hubieren sido inocuas si las agencias calificadoras de crédito no hubiesen ayudado a transformarlas en unos instrumentos sin riesgo, AAA, listos a contagiar todo el mundo. Tan es así que el primer banco que quiebra como consecuencia de estas operaciones es un banco alemán que no daba créditos hipotecarios. 

Dado que los reguladores bancarios fueron los que nombraron a las calificadoras de crédito como sus comisarios de riesgo es importante recordarles lo siguiente: Tanto el "errar" como "el bajar la guardia si otro supuestamente vigila" es de humanos. En tal sentido, de insistir en seguir usando las calificadoras de crédito para influenciar la dirección de los flujos de fondo en el mundo, dénlo por seguro que en algún momento los seguiremos sobre precipicios aún mucho más peligrosos. 

Amigos, como una banca sin-propósito siempre es menos peligrosa que un gobierno con despropósitos, ya volveré con lo de la distribución de las resultas del petróleo.

jueves, 31 de enero de 2008

Si el conocimiento basta la sabiduría sobra

Lo menos que busco con estas líneas es transmitir algo de sabiduría, ya que estoy muy consciente de cuán correcto estaba Herman Hesse cuando en Siddharta escribía que "La sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un erudito intenta comunicar, siempre suena a simpleza".

Y mucho menos aún busco transmitir algo, como un sabio, ya que reconozco muy bien la imposibilidad de serlo; tan claramente resumido por Sócrates cuando argumenta que la única posible sabiduría humana es saberse no sabio o sólo poseedor de una sabiduría absolutamente carente de valor.

Pero tanto ustedes como yo, quizás no en nuestras mentes, pero sí definitivamente en nuestros corazones, no obstante sabemos, o intuimos, o queremos creer, que existe alguien que es más sabio que otro. ¿Dónde? No sabemos, seguramente no entre los sabihondos. ¿Cómo llegó a serlo? El suponer que tiene que ver con Dios es un buen comienzo.

Digo todo esto por cuanto en un mundo de tanta información y de tantos conocimientos, vez tras vez nos enfrentamos al dilema de si los conocimientos bastan, entonces la sabiduría sobra y no vale nada; y temo que esas palabras encierran el peligro de que nos empantanemos para siempre en una dictadura del conocimiento.

No hay duda que nuestra sociedad está siendo cada día más arrinconada por los productores y los adoradores de la información y de los conocimientos, quienes no dejan el espacio suficiente para que los cuestionadores sitúen esa información y esos conocimientos en una perspectiva más correcta.

Lo anterior ocurre en todos los campos. Por ejemplo, en el área financiera ésa es la única explicación posible al hecho de que nuestros reguladores financieros hubieren asignado tan ingenuamente tanto poder de decisión sobre los flujos financieros a unas pocas y humanamente falibles calificadoras de crédito. 

Qué lástima que nadie les leyó a los reguladores el siguiente extracto de la Apología de Platón, donde hablando como Sócrates dice. "Los artesanos; por el hecho de que dominaban bien una técnica y realizaban bien un oficio, cada uno de ellos se creía entendido no sólo en esto, sino en el resto de las profesiones, aunque se trate de otros asuntos bien complicados. Y en mi opinión esta petulancia echaba a perder todo lo que sabían".

¿Y cómo nos libramos de esa dictadura del conocimiento, sin tener que, como algunos de nuestros primitivos, recurrir a ese remedio peor que la enfermedad que sería el culto a la desinformación y al desconocimiento? No es fácil, pero por lo menos creo que tenemos un mejor chance de ello si nos dedicamos a impedir la configuración de mayorías tecnócratas incestuosas en nuestros órganos de decisión. Equipos multidisciplinarios, con mucha variedad de experiencia y con mucha humildad, son los que deben configurar nuestras juntas y ministerios.

Introduzco el factor de humildad, por cuanto una de las principales razones por la que el mundo está pasando por la actual turbulencia financiera se debe a que muchos profesionales expertos simplemente no supieron o no se atrevieron a reconocer, como Sócrates sí supo hacer, que no entendían nada de lo que andaban aprobando.

Amigos, recordémonos que el no entender lo que pasa, no necesariamente nos hace menores entendedores de lo que pasa.